Maruja Mallo. La Dificultad de lo Diferente. Francisca Moreno Fuentes

Maruja Mallo. La Dificultad de lo Diferente. Francisca Moreno Fuentes

La pintora Maruja Mallo ha sido una de las mujeres más originales y creativas de la historia del arte español,  pero fuera de los círculos de especialistas en  arte contemporáneo de nuestro país es muy  poco conocida, lo que no constituye en sí un hecho extraordinario, pues como sabemos es bastante usual que el trabajo artístico de las mujeres que escribieron, pintaron, esculpieron o compusieron en los siglos pasados, tuviera una difusión mínima en su momento y, por consiguiente, muy poca repercusión posterior.  Lo lamentable en el caso de Maruja Mallo no es sólo que se la conozca poco, es que se la conozca tan mal.

Contemporánea de la brillante Generación del Veintisiete, el éxito artístico le llegó, como a casi todos ellos, muy joven.  Tuvo estrechas relaciones personales con algunos de sus miembros más  brillantes: Dalí y García Lorca fueron sus amigos. Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna, impresionados por la audacia plástica de su pintura en la década de los veinte, cuando ya no era fácil que nada impresionara fuertemente en arte, fueron sus mentores. Miguel Hernández y Pablo Neruda fueron sus amantes y con Rafael Alberti vivió durante años una tormentosa historia de amor a la que puso fin la relación del poeta con Mª Teresa León.

   Maruja Mallo abandonó el país en plena Guerra Civil siendo una celebridad y cuando regresó en 1962, casi treinta años después, nadie la conocía. Con la Transición y la “Movida Cultural” vio la oportunidad de retomar su carrera, expuso en galerías de prestigio su producción última, se hicieron exposiciones antológicas y recibió reconocimientos institucionales tanto de la Junta de Galicia como del Ministerio de Cultura, pero  el personaje excéntrico, de indumentaria chillona y maquillaje excesivo que exhibía deliberadamente en su vejez  en ferias de arte, exposiciones y entrevistas acabó eclipsando en los medios de comunicación  a la artista y el interés por su arte.

Siempre había sido una excelente promotora de su obra, utilizó la provocación y cuidó, como su amigo Salvador Dalí, su propia  puesta en escena. Pero Dalí tuvo a Gala para planificar y gestionar su carrera

Maruja lo hizo todo en solitario pues, aunque tuvo muchos amantes y varias relaciones formales, no se casó nunca. El control masculino siempre topó con la alta estima que tenía de su individualidad y su independencia,  nunca permitió que la pérdida de libertad que el rol femenino suponía para la mujer en aquellos tiempos pusiera trabas a su carrera, y su producción artística fluctuó al ritmo que fluctuaron los avatares en su vida, sus relaciones, su exilio en Argentina y su regreso cuando ya tenía sesenta años a un país muy diferente del que dejó en su juventud.

Para tratar de entender al personaje excéntrico que el gran público  conoce he intentado acercarme al ser humano hasta donde ha sido posible a través de los trabajos de investigación  más serios y, sobre todo de su obra, ante la imposibilidad de  hacerlo a través de las numerosas entrevistas escritas o grabadas que se conservan de la artista porque siempre fue muy celosa de su intimidad, jamás respondió a preguntas sobre su vida y, desde joven, cuando tenía que facilitar datos personales, mentía deliberadamente, como parte de su puesta en escena. Su respuesta más habitual era “todo está en mis cuadros”.

Ana María, a quien su familia llamaba Maruja, había nacido en 1902 en Vivero (Lugo) donde su padre estaba destinado como administrador de aduanas portuarias. Fue la cuarta de  los catorce hijos que tuvieron D. Justo Gómez Mallo y Dª.  Pilar González Lorenzo que disfrutaban de una posición económica más que desahogada,  podrían haber vivido de las rentas procedentes de las  fincas del padre en Aranjuez, pero él no había querido caer en el señoritismo y trabajó para el estado con diversos destinos, por lo que la familia cambió su lugar de residencia varias veces durante la infancia de la niña.

Cuando Maruja tenía tres años ya tenía cinco hermanos, de los cuales dos eran menores que ella, la familia estaba organizando uno de estos traslados y recibieron la visita del hermano de Pilar y su esposa, los tíos Ramiro y Juliana, matrimonio sin hijos que se enamoró de la pequeña Maruja y sugirió la idea de que fuera a vivir con ellos.

Este tipo de situaciones era frecuente entre las familias de la época, sobre todo si el hijo o la hija pasaba a vivir con algún miembro de la familia bien acomodado, y bien relacionado como es el caso, pues D. Ramiro González Lorenzo era un próspero hombre de negocios.

 En realidad, en las dos ramas de la familia había empresarios tanto como artistas y científicos lo que sin duda influyó en la búsqueda permanente de la excelencia y la innovación en la obra de Maruja Mallo, es seguro que el ambiente familiar propició el desarrollo de su personalidad singular y voluntariosa.

La niña vivió ocho años felices  con los tíos que alentaban su temprana habilidad para la plástica y la colmaban de atenciones y bienes materiales,  alternando estancias en el pueblo de Corcubión en el espectacular cabo de Finisterre y su casa de La Coruña.

Cuando Maruja tenía doce años, y ante la insistencia de sus padres, vuelve a vivir con sus padres y hermanos, que tenían ahora su residencia en  Avilés. Según testimonian sus familiares, la niña llegó a su casa como si llegaran  los Reyes Magos, cargada de regalos para todos.

En Avilés nacerán el resto de sus hermanos y morirán dos de ellos. En 1922, la familia se instala en Madrid y ella ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando junto con su hermano Cristino.

Allí conoce a salvador Dalí y, a través de él al resto de los “residentes”, entre ellos a García Lorca y participa activamente en las actividades culturales de la Residencia de Estudiantes de la que es visitante asidua. Los jóvenes Dalí y Mallo ya dominaban el dibujo desde niños, por lo que eran muy críticos con las enseñanzas de la Academia,  ambos conocían el cubismo, eran provocadores y sabían promocionarse. A ambos les encantaba escandalizar al personal con sus vestimentas y comentarios. Ambos tenían también personalidades mudables y según testimonio de Rafael Alberti, tan pronto se mostraban alegres e infantiles como sombríos y reservados.

Fue la afinidad de gustos y comportamientos del catalán Dalí y la Gallega Mallo la causante de la creación de un surrealismo específicamente español, asociado al tema de la putrefacción.  Llamaban “putrefacto” a todo lo que no era moderno, a lo conservador y académico y ambos artistas le dieron forma plástica.  En este sentido hay que interpretar la serie de fotografías artísticas en la que la pintora posa con cráneos de rumiantes y basura y la colección de pinturas que componen la serie que tituló “Cloacas y campanarios”, que realizó en torno a 1930 y constituye su producción más claramente surrealista.

En 1927, Ortega y Gasset había quedado impresionado por la serie Verbenas, dijo de la pintora que tenía cuatro brazos como una diosa y en un gesto sin precedentes organizó una exposición en la Revista de Occidente que dirigía, este hecho absolutamente insólito  consagró a la autora como una de las pintoras más prometedoras del momento y por encargo de Ortega y Gasset realizó varias ilustraciones para esta publicación en los años sucesivos.

La crítica especializada fue unánime en reconocer la audacia de la que llamaban la “pintora adolescente” que supo imbricar perfectamente la temática más genuinamente española heredera de Zurbarán y Goya con la vanguardia plástica más actual,  pues confluyen en las  obras la descomposición del espacio cubista y elementos plásticos del expresionismo y la pintura metafísica. Sin embargo, ahora nos llama la atención que los críticos de arte, sin excepción, empezaran sus comentarios describiendo no los cuadros, sino  el aspecto físico de la artista, su talla menuda, su juventud y su precocidad, lo que hubiera resultado ridículo en el caso de un artista varón. No obstante, Maruja propició y explotó publicitariamente su apariencia juvenil,  tenía entonces 26 años pero incluso en documentos oficiales admitía 19, tal vez  pensaba que si daba la impresión de ser una mujer-niña- pintora, una femme-enfant como la llamarían los surrealistas más adelante, el público intuiría que era una artista más brillante.

En 1932 Expone en París, la colección de pinturas Cloacas y campanarios, su serie más claramente surrealista. Conoce a André Breton, autor del Manifiesto Surrealista y director indiscutido del movimiento quién compra este cuadro. Esta adquisición  fue considerada por muchos una invención de la autora, una mentira interesada para promocionarse hasta que apareció la pintura entre las pertenencias de André Bretón cuando se inventarió su herencia.

A esta serie  pertenece, la obra “Antro de fósiles”, con la que posa con su amiga Josefina Carabias.

De su amistad con Alberto Sánchez y Benjamín Palencia, integrantes de la Llamada Escuela de Vallecas retoma su pasión por la naturaleza, que quedó plasmada en series como Arquitecturas minerales y Arquitecturas vegetales, con las que participa en la exposición Logicofobista de Barcelona en 1936. El Logicofobismo fue un movimiento artístico que pretendía representar los estados mentales internos del alma. 

Torres García, artista y teórico uruguayo a quién conoció en Madrid,  la  introduce en el constructivismo y las cuestiones geométricas marcarán su arte ya para siempre.

Maruja tenía una mente analítica, muy dotada para las Matemáticas y del rigor geométrico con que trabajaba nos dan idea los muchísimos dibujos preparatorios,  como este para El canto de las Espigas, obra que pertenece a su serie “La religión del Trabajo” que desarrollará ya en el exilio.

Como vemos, hasta que estalló la Guerra Civil, Maruja Mallo estuvo en primera línea de vanguardia y tenía  una carrera artística consolidada y prestigiada por la crítica. Pero en lo personal tuvo que vivir las contradicciones de su tiempo y aunque da la impresión de poseer un espíritu libre y de no importarle el mundo, el mundo le pasó factura. Como afirma  su biógrafa Shirley Mangini, las artistas españolas se encontraban atadas por las constricciones de la sociedad pese al talento que pudieran tener y no podían sobrepasar las limitaciones tanto psíquicas como físicas que les eran impuestas.

Maruja Mallo vivió en la entonces provinciana ciudad de Madrid, rodeada de hombres jóvenes todavía más provincianos que ella, la mayoría de los cuales procedían de ciudades pequeñas. Pero estaba decidida a crear un arte revolucionario y a ser parte activa de esa revolución y para ello reservó de forma atenta e intensa su vida íntima hablando sólo de su arte y no de su persona pero no consiguió, con excepción de Ramón Gómez de la Serna, que los hombres que compartieron su vida, como amigos o como amantes, la trataran de igual a igual. En sus numerosos testimonios literarios o periodísticos, ninguno de ellos la menciona.

Ni en Vida en claro de  Moreno Villa, ni en Para nacer he nacido de Pablo Neruda, ni en la Arboleda perdida de Rafael Alberti, obras autobiográficas en la que todos hablan largamente unos de otros y de los demás miembros de la Generación del Veintisiete, se  menciona a la artista ni sus logros artísticos. Pablo Neruda, que es el único que la menciona,  recuerda sus paseos por el campo con ella pero no habló de su arte ni de su talento y Rafael Alberti, en su vejez y después de morir Mª Teresa León admitió que su relación con Maruja Mallo Había inspirado su libro de poemas Sobre los Ángeles.

 La conciencia de su propia valía, la lucha denodada y sostenida por hacerse un lugar en un mundo artístico exclusivamente masculino, la conducta deliberadamente escandalosa que observaba con sus compañeros, así como su declarado anticlericalismo en una familia profundamente católica la debieron alterar psíquicamente, según se desprende de la correspondencia de Alberti, pero nada sabemos por ella misma.

A ello hay que añadir el accidente automovilístico de 1928 cuyas secuelas le impusieron una larga convalecencia.  El hecho no pudo ser más desgraciado porque desembocó en el suicido de su joven acompañante, Mauricio Roësset, que conducía el vehículo y al verla inconsciente la supuso muerta.

La Guerra Civil le sorprendió en Galicia, trabajando con las Misiones Pedagógicas,  pudo hacerse con la documentación necesaria para salir de España por Portugal y llegar a Buenos Aires con la ayuda de la futuro Premio Nobel de la Paz,

Gabriela Mistral, embajadora de Chile en Lisboa que contribuyó a que muchos españoles escaparan a América, al igual que su paisano Pablo Neruda.  Su llegada a Argentina fue  aclamada por la crítica y recibida como una celebridad, toda la prensa de la época habla de ella.

Allí completa las series Arquitectura humana, la red,  la religión del trabajo con las que aparece posando en esta foto, donde se aprecia un cambio de estilo que ya se estaba preparando en su última obra española.  En esta serie resume la pasión por la geometría y el uso del espacio neutro. Este rigor matemático aplicado a la composición será ya una constante en su obra como se ve en la magnífica serie de “retratos bidimensionales” de los años cuarenta en los que plasma su fascinación por la diversidad racial  americana.

 Desde Buenos Aires, donde fija su residencia, viaja a Chile y a Uruguay, hospedándose siempre en hoteles de lujo en los que organiza exposiciones de sus cuadros que vende bien. 

El océano Pacífico la fascina y le inspira la serie Naturalezas vivas, con motivos marineros dispuestos de forma rigurosamente geométrica. La adhesión a las normas clásicas y a la geometría se va haciendo en la artista más rigurosa a medida que va teniendo más edad y, es curioso que después de rechazar, como hemos visto, la mayor parte de las enseñanzas recibidas en la Academia de San Fernando veinte años antes, ahora busca la seguridad del clasicismo en su obra de madurez.

En 1945 viaja posiblemente con Neruda a la Isla de Pascua y los impresionantes monolitos le inspiran la serie Máscaras.

Como se puede apreciar, los fondos neutros que anulan el espacio, y la disposición simétrica de los elementos que intervienen en la composición van estando al servicio de iconos cada vez más simplificados.

Con motivos marineros y figuras humanas dispuestas simétricamente realiza el mural del cine Los Ángeles de Buenos Aires, hoy demolido, el encargo de mayor envergadura de su carrera y en busca de nuevos encargos, viaja a Nueva York, donde establece contacto con la Fundación Rockefeller y los Estudios Metro para la realización de unos murales que no terminan por concretarse.

De su correspondencia y, sobre todo, de sus agendas (tenía una para museos y artistas y otra para millonarios y famosos), se desprende que  cuidó mucho sus relaciones con la élite económica y social. No sólo pinta y da conferencias, también acepta encargos de diseño y de decoración;  pero  trabajar para personas afines al régimen de Perón le acarrea el rechazo de los republicanos exiliados y por ende de los círculos intelectuales de la  vanguardia bonaerense opuestos a la dictadura peronista.

Hasta aquí, si hubo desorden en la forma de enfocar su vida, no se hizo visible en su arte. Lo más destacable en lo personal de su estancia en América es el creciente interés de la artista por las religiones y cultos alternativos, por la astrología, que se ha relacionado con el gnosticismo. En los textos que escribe para sus conferencias o para publicaciones especializadas el lenguaje es cada vez más críptico y plagado de referencias esotéricas.  Maruja Mallo había empezado a embarcarse, en compañía de su arte, en un viaje a una galaxia de la que ya no regresaría. En 1953 se aparta de  la vida pública hasta su regreso a Madrid, donde se instala definitivamente en 1961.

Aunque mantenía excelentes relaciones con sus hermanos y hermanas, no se instala a su regreso en la casa familiar, lo hace en el Hotel Palace por un tiempo y después en un piso cercano donde nunca invitó a nadie, cuando le pedían hacer una entrevista en su propio entorno usaba la casa de algún amigo o la misma calle. Como ya expuse al principio, no tardó en constatar que nadie la conocía y tiene que empezar a promocionar su nombre y su obra desde cero, participando en bienales de arte y en exposiciones colectivas de revisión de la vanguardia de la mano de galeristas privados,

A partir de 1965 expone su última serie Moradores del vacío que, como podemos apreciar, cae ya plenamente dentro de una abstracción geométrica sin ningún referente figurativo.

Finalmente en los años ochenta, Las galerías Ruiz Castillo y Guillermo de Osma de Madrid organizan sendas exposiciones antológicas. Se inauguran las muestras de Santiago de Compostela y Buenos Aires. Recibe varios premios y medallas, entre los que destaca la Medalla de Oro de las Bellas Artes concedida por el Ministerio de Cultura en 1982.

Llama la atención que el personaje excéntrico, que utilizaba un vestuario estrafalario, un maquillaje chillón y hacía gala de actitudes provocadoras siempre que tenía ocasión, cuando se trata de recibir un homenaje oficial, se viste con elegancia y se pliega estrictamente al protocolo como se aprecia en la foto, lo que refuerza la idea de que toda su puesta  en escena respondía, más que a una personalidad desequilibrada, a una estrategia de autopromoción publicitaria.

Muy activa socialmente, una desafortunada caída le limitó la movilidad y la postró en cama los últimos  años de su vida que pasó en una residencia, visitada ya prácticamente sólo por sus hermanas hasta su fallecimiento en 1995.

He dedicado meses al estudio del personaje y creo que he revisado prácticamente toda la bibliografía existente y los audiovisuales con entrevistas que he localizado en internet pero, si tengo que ser sincera, sigo teniendo respecto a Maruja Mallo más preguntas que respuestas.

Tal vez lo que más me ha llamado la atención de esta mujer tan brillante, tan creativa y tan inteligente es la imposibilidad de encuadrarla en lo personal o en lo artístico en  ningún grupo de coetáneos, ni los artistas de la  Generación del Veintisiete, ni los Surrealistas, ni los integrantes de  la Escuela de Vallecas la consideran uno de sus miembros, aunque trabajó y expuso con todos ellos. Tampoco ideológicamente es posible vincularla con ninguno de los grupos de intelectuales exiliados,  trabajó para la II República, participó del exilio republicano,  pero no participó en la vida cultural ni social de los exiliados que tanto se apoyaron entre ellos.  Pienso que el hecho de separarla de sus hermanos con tres años, le hizo  vivir una infancia como niña única en la que todas sus habilidades creativas e intelectuales fueron alentadas y potenciadas por adultos protectores y generosos hasta donde sabemos,  pero cuando volvió a convivir en la pubertad con su familia, una familia numerosa, es más que posible que ya no se viviera respecto a sus hermanos como miembro de ese grupo de iguales y ese fuera ya su patrón de relación con todos los grupos humanos con los que le tocó compartir su tiempo y su historia.

Related Articles

¿Cuándo Acudir a Fundación Anna O?

Fundación Anna O. está especializada la salud emocional de la mujer, esta puede verse afectada por múltiples factores, muchos de ellos difícilmente perceptibles por quien los sufre. Algunos de los casos que solemos tratrar son: Maltrato físico y psíquico,  separación, depresiones, angustias, fobias, ataques de pánico, dificultades en la sexualidad, embarazos indeseados, dificultades en el aprendizaje, intentos de suicidio, anorexia, bulimia, conflictos familiares o abusos sexuales, violación y todo aquello que derive en un sufrimiento intolerable.

Club de Lectura

Información Colectivos

Contacto

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la Política de Privacidad y los Términos de Servicio de Google.

Nuestros Centros

Málaga
C/ Cañuelo San Bernardo nº3
29008 Málaga


Antequera
Pza Fernández Viaga nº14. Bajo.
29200 Antequera - Málaga

Información y Atención

Tlf: 952 21 29 33
contacto
www.fundacionannao.org