El pasado martes, 18 de marzo, la Fundación ANNA O. organizó junto con el Instituto de Enseñanza Secundaria Pintor José María Fernández en Antequera un psicodrama con los jóvenes de 1º y 2º de la ESO.
“Nos preocupa la forma que tienen para relacionarse los chicos y las chicas de doce y trece años de edad”, fue lo que Inmaculada Ramírez, responsable del espacio de coeducación de este centro nos comentaba en el proceso de preparación de esta actividad. Y este fue el pretexto, junto con la recogida del donativo que con motivo del día de la Paz recaudaron para nuestra organización, para que un equipo de la Fundación ANNA O. nos desplazáramos a la llanura de Antequera y comprobásemos de primera mano esto que Inmaculada ya nos adelantó.
Todo comenzó a raíz de un pequeño cuestionario que se distribuyó a los jóvenes preadolescentes y donde se constató lo que los educadores del centro venían observando: el germen de los roles de macho violento y mujer sumisa quedó latente en las respuestas que ellos mismos facilitaron, tal y como ocurría hace 50 años.
Había que hacer algo: no podía ser que en pleno siglo veintiuno el modelo a seguir fuera el mismo que lustros atrás. Se requería organizar algo en lo que hacerles partícipe para después sacar conclusiones y poder pensar y debatir sobre ello. Hacerles pensar sobre ello sería algo tremendamente beneficioso, y lo que en realidad se pretendía con nuestra visita.
Y así lo hicimos. Con la técnica del o el teatro de la improvisación, como explicó Patricio Olivera, coordinador de esta actividad y con amplia experiencia en este tipo de eventos, fue posible que estos chavales trabajaran aquellas situaciones que les preocupan y poder debatir aquello que ellos mismos pusieron de relieve.
Se acercaron a esta actividad con la curiosidad propia de los niños que están dejando de serlo, y rápidamente pudimos constatar que la preocupación de los educadores no era infundada, y que estas relaciones desiguales chico-chica impregnaban el ambiente. En seguida surgieron temas que ponían sobre la mesa que la comunicación entre ellos estaba ausente de la palabra y donde su forma de resolver los conflictos era pulsional con el uso de la violencia. “Los problemas se resuelven con el uso de la fuerza” sería el mensaje que estos chicos gritaban a los cuatro vientos, y esta vez sí que daba igual que se tratara de varones o de mujeres.
El uso de la palabra. ¿La palabra de quién? ¿De chicos con chicas? ¿Y de padres-madres con sus hijos? Este tema también les preocupa a estos jóvenes y lo sacaron a relucir en el debate posterior: ¿cómo han de castigar o premiar a sus hijos? ¿Qué uso se hace de la palabra en la educación de la prole? ¿Qué responsabilidades tenemos los adultos en la educación de los niños?
Lo que sí quedó patente es que son jóvenes con inquietudes, participativos y que se cuestionan determinadas actitudes que, de una manera u otra reproducen. Que sin saberlo mimetizan aquello que absorben de su entorno más cercano. Esperamos que esta actividad haya servido al menos para abrir algunos interrogantes y que sirva para que indaguen y vayan en la búsqueda de los “por-ques” de muchas de las cuestiones que harían posible que esa cadena se rompiera en algún momento.
Finalmente, el coordinador invitó a estos jóvenes a un encuentro similar, con sus padres.
Almudena Gallego
Gerente Fundación ANNA O.
